Un hombre calvo y demacrado se hallaba en su cama, la cara pálida, le habían trasplantado la médula ósea porque tenía leucemia. La enfermera Hanne Dina se le acercó, lo saludó y le preguntó si quería sopa y él dijo que no, que solo quería dormir.
Al rato Anne le llevó la medicina y él se la tomó con disgusto y volvió a hundirse en la almohada.
Anne fue a la cocina del hospital preparó para ella una taza de té, preparó una bandeja y colocó la tetera y dos tazas y se dirigió al cuarto del enfermo preguntándole:
- Claro que no me molesta respondió.
Ella encendió el televisor mientras le decía: - Traje una taza extra por si quiere té.
- Sí, me sirve media taza, por favor - respondió el enfermo.
Al día siguiente Anne volvió con la bandeja y dos tazas y así lo hizo por una semana. A los pocos días se fue: se había restablecido lo suficiente para irse a terminar su convalecencia en su casa.
Cuatro meses más tarde Anne estaba en un centro comercial cuando oyó una voz potente.
- ¡ Anne, que gusto de verla!.
La enfermera lo reconoció. Era el enfermo de la taza de té. Él la abrazó y presentándole a la esposa , dijo:
- " Ésta es Anne, la mujer que me salvó la vida con una taza de té".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La libre expresión es bienvenida, pero por favor absténganse de usar lenguaje vulgar o insultar a otros, gracias