Cuando el avaro vino según costumbre a visitar su tesoro, vio desenvuelta la tierra, y que lo habían robado, se puso a llorar y a arrancarse los cabellos.
Uno que pasaba viendo los extremos que hacía aquel hombre, se llegó a él, y después de informarse de la causa de su dolor, le dijo:
¿Por qué te entristeces tanto por haber perdido un oro que tenías como si no lo poseyeras?
Toma una piedra y entiérrala, figurandote que es oro, una vez que tanto te servirá ella como te servía ese oro que nunca hacías uso
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