Sullivan Ballou (Marzo 28, 1829 – Julio 29, 1861) fue un abogado, político del estado de Rhode Island y oficial en el ejercito de la Unión durante la guerra civil en Estados Unidos.
Antes de la primera Batalla de Bull Run, o también conocida como primera batalla de Mansas, el primer combate en tierra de la guerra Civil en Estados Unidos, él escribió una carta a su esposa Sarah Hart Shumway, la cual ha pasado a la historia por su elocuencia, a mí gusto una de las cartas más bonitas que he leído, aquí está la mejor traducción que pude hacer al español, y también una versión en Inglés:
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Mi muy querida Sarah:
Todo indica con fuerza que deberemos avanzar en pocos días- tal vez mañana. Por lo que no podré escribir de nuevo, me siento impulsado a escribirte algunas pocas líneas que caerán bajo tu mirada cuando yo ya no exista más…
Nuestra jugada podría ser una de pocos días de duración y llena de placer- y podría ser una de severo conflicto y muerte para mí. No sea mi voluntad sino la de mi Dios la que se cumpla. Si es necesario que deba caer en el campo de batalla por mi país estoy listo. No tengo duda acerca de, o falta de confianza en la causa con la que me he comprometido, y mi valor, no vacila ni se detiene. Sé cuánto la Civilización Americana depende del triunfo del Gobierno y sobre la gran deuda que tenemos con aquellos que marcharon antes que nosotros a través de la sangre y los sufrimientos de la Revolución. Y estoy dispuesto -perfectamente dispuesto- a renunciar a todas mis alegrías en esta vida, para ayudar a mantener este Gobierno, y pagar esa deuda.
Pero mi querida esposa, cuando pienso en que con mi propia dicha, derrumbo casi en su totalidad la tuya, y la reemplazo con preocupaciones y tristezas- cuando, tras largos años de yo mismo comer de la amarga fruta de la orfandad, debo ofrecerla como único sustento a mis pequeños niños- es débíl y deshonorable, mientras que el estandarte de mi propósito flota orgulloso y con calma en las brisa, que mi infinito amor por tí, mi querida esposa e hijos, deba forcejear feroz, aunque inútilmente, en contienda con el amor por mi país.
Sarah mi amor por ti es inmortal, parece unirme con poderosos cables que nada salvo el Omnipotente podrían romper; y sin embargo el amor por mi País viene sobre mí como un viento fuerte y me arrastra de forma irresistible con todo y estas cadenas al campo de batalla.
Las memorias de los maravillosos momentos que he pasado contigo vienen progresivamente hacía mí, y me siento supremamente agradecido hacia Dios y hacia tí el haber podido disfrutarlos por tanto tiempo. Y difícil es para mí el renunciar a ellos y reducir a cenizas las esperanzas de años futuros, en los cuales, Dios mediante, aún nos hubiésemos amado y vivido juntos, viendo a nuestros hijos crecer hacia su honorable madurez a nuestro alrededor.
Tengo, lo sé, muy pocos y pequeños reclamos a la Divina Providencia, pero algo me susurra- quizás sea la oración flotante de mi pequeño Edgar, que debo regresar a mis seres queridos sano y salvo. De no ser así mi querida Sarah, nunca olvides cuanto te amo, y cuando escape mi último aliento en el campo de batalla, susurraré tu nombre.
Perdona mis tantas faltas y todo el dolor que te he causado. ¡Que desconsiderado y tonto he sido a veces! Con cuanta alegría lavaría con mis lágrimas cada mancha sobre tu felicidad.
Pero, ¡Oh Sarah! Si los muertos pueden volver a este mundo y revolotear sin ser vistos alrededor de aquellos a quienes amaron, siempre estaré cerca de tí; en los días más alegres y en las noches más obscuras… siempre, siempre, y si sientes una suave brisa sobre tu mejilla, será mi aliento, así como cuando el aire frío abanique tu templo palpitante, será mi espíritu que pasa.
Sarah no me llores ya muerto; piensa que me he ido a esperar por tí, hasta que nos volvamos a encontrar.
En cuanto a mis pequeños niños, crecerán como yo lo he hecho, sin conocer el amor y cariño de un padre. El pequeño Willie es muy pequeño para recordarme, y mi Edgar de ojos azules mantendrá mis travesuras con él en medio de los más tenues recuerdos de su infancia. Sarah tengo una confianza sin limites en tu maternal cuidado y el desarrollo de su carácter. Dile a mis ambas madres la de él y la de ella que clamo a Dios les bendiga. ¡Oh Sarah, Espero por ti ahí! Ven a mí, y conduce hacía allá a mis hijos.
Sullivan.
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Puede ser que la carta nunca haya sido enviada, Ballou murió 15 días después como resultado de una herida mortal en la pierna, tenía 32 años, Sarah tenía 24. La carta fue entregada a su viuda por el gobernador William Sprague, después de que éste viajó a Virginia para reclamar las pertenencias de los soldados de Rhode Island.
Su viuda, Sarah, no volvió a casarse. Se mudó a Nueva Jersey a vivir con si hijo William, donde murió a la edad de 80 años en 1917, Sarah se encuentra sepultada al lado de su marido en el cementerio Swan Point en Providencia.
Versión en Inglés:
July the 14th, 1861
Washington D.C.
My very dear Sarah:
The indications are very strong that we shall move in a few days—perhaps tomorrow. Lest I should not be able to write you again, I feel impelled to write lines that may fall under your eye when I shall be no more.
Our movement may be one of a few days duration and full of pleasure—and it may be one of severe conflict and death to me. Not my will, but thine O God, be done. If it is necessary that I should fall on the battlefield for my country, I am ready. I have no misgivings about, or lack of confidence in, the cause in which I am engaged, and my courage does not halt or falter. I know how strongly American Civilization now leans upon the triumph of the Government, and how great a debt we owe to those who went before us through the blood and suffering of the Revolution. And I am willing—perfectly willing—to lay down all my joys in this life, to help maintain this Government, and to pay that debt.
But, my dear wife, when I know that with my own joys I lay down nearly all of yours, and replace them in this life with cares and sorrows—when, after having eaten for long years the bitter fruit of orphanage myself, I must offer it as their only sustenance to my dear little children—is it weak or dishonorable, while the banner of my purpose floats calmly and proudly in the breeze, that my unbounded love for you, my darling wife and children, should struggle in fierce, though useless, contest with my love of country.
Sarah, my love for you is deathless, it seems to bind me to you with mighty cables that nothing but Omnipotence could break; and yet my love of Country comes over me like a strong wind and bears me irresistibly on with all these chains to the battlefield.
The memories of the blissful moments I have spent with you come creeping over me, and I feel most gratified to God and to you that I have enjoyed them so long. And hard it is for me to give them up and burn to ashes the hopes of future years, when God willing, we might still have lived and loved together and seen our sons grow up to honorable manhood around us. I have, I know, but few and small claims upon Divine Providence, but something whispers to me—perhaps it is the wafted prayer of my little Edgar—that I shall return to my loved ones unharmed. If I do not, my dear Sarah, never forget how much I love you, and when my last breath escapes me on the battlefield, it will whisper your name.
Forgive my many faults, and the many pains I have caused you. How thoughtless and foolish I have often been! How gladly would I wash out with my tears every little spot upon your happiness, and struggle with all the misfortune of this world, to shield you and my children from harm. But I cannot. I must watch you from the spirit land and hover near you, while you buffet the storms with your precious little freight, and wait with sad patience till we meet to part no more.
But, O Sarah! If the dead can come back to this earth and flit unseen around those they loved, I shall always be near you; in the brightest day and in the darkest night—amidst your happiest scenes and gloomiest hours—always, always; and if there be a soft breeze upon your cheek, it shall be my breath; or the cool air fans your throbbing temple, it shall be my spirit passing by.
Sarah, do not mourn me dead; think I am gone and wait for me, for we shall meet again.
As for my little boys, they will grow as I have done, and never know a father's love and care. Little Willie is too young to remember me long, and my blue-eyed Edgar will keep my frolics with him among the dimmest memories of his childhood. Sarah, I have unlimited confidence in your maternal care and your development of their characters. Tell my two mothers his and hers I call God's blessing upon them. O Sarah, I wait for you there! Come to me, and lead thither my children.
Sullivan
Esta es nuestra historia contada con poemas, canciones, reflexiones, pequeñas historias, oraciones y demás. Inspirado por Sofía Achamoth, Diosa de la sabiduría, el Gnosticismo, y nuestro Corazón.
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Estoy añadiendo la traducción al español de las entradas que faltan, comenzando por las más antiguas y actualizando los links caídos, si les interesa alguna en especial, pueden comentar en ésa entrada, también si encuentran algún error en la traducción, gracias
domingo, 27 de octubre de 2013
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