Bienvenidos sean

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;D

Estoy añadiendo la traducción al español de las entradas que faltan, comenzando por las más antiguas y actualizando los links caídos, si les interesa alguna en especial, pueden comentar en ésa entrada, también si encuentran algún error en la traducción, gracias

domingo, 22 de enero de 2012

Kung Fu Panda "La ilusión del Control y la Importancia de Creer"

De nuevo una escena de esta excelente película,, si ya la vieron es bueno recordar estos fragmentos, el de ahora y el del Presente y si no la han visto, se las recomiendo encarecidamente, es una gran película, en todos los sentidos, no los decepcionará, en especial si han gustado de las entradas en este blog.
 Bueno sin más preámbulos aquí les dejo la escena, disfrútenla


 O si lo prefieren en Inglés

La vela que no debe apagarse



Cuatro velas se estaban consumiendo tranquilamente. El ambiente estaba tan silencioso que se podía oír el diálogo entre ellas.

La primera dice:
“¡Yo, soy la Paz! A pesar de mi luz, las personas no consiguen mantenerme encendida.”
Y disminuyendo su llama, se apagó totalmente.

La segunda dice:
“¡Yo me llamo Fe! Infelizmente soy superflua para las personas. Porque ellas no quieren saber de Dios, por eso no tiene sentido continuar quemándome.”
Al terminar sus palabras, un viento se abatió sobre ella, y ésta se apagó.

En voz baja y triste la tercera vela se manifestó:
“¡Yo soy el Amor! No tengo más fuerzas que quemar. Las personas me dejan de lado porque sólo consiguen manifestarme para ellas mismas; se olvidan hasta de aquellas que están a su alrededor.”
… Y también se apagó.

De repente entró una niña y vio las tres velas apagadas. Y dijo: “¿Qué es esto? ¡Ustedes deben estar encendidas y consumirse hasta el final!”

Entonces, la cuarta vela, habló:
 “No tengas miedo niña, ¡mientras yo esté encendida, podemos encender las otras velas!”
Entonces la niña tomó la vela de la ESPERANZA y encendió las que estaban apagadas.

sábado, 14 de enero de 2012

Kung Fu Panda "El Presente"



Las peliculas y libros para niños siempre me han gustado, la mayoria tienen increibles lecciones de sabiduria de formas tan simples que asombran, como diria el gran Sherlock Holmes, lo mas simple es lo mas mas sencillo de pasar por alto.


Esta es una escena muy corta, pero con una sabiduria impresionante, no se necesita un grueso tratado de filosofía, quien en verdad busca la sabiduria la encuentra en todas partes, muchas veces donde menos se lo espera.


Disfruten:



Si les gusto aquí hay otra entrada

jueves, 5 de enero de 2012

La Marca

Este relato aparece como de autor anónimo, me fascino, espero lo disfruten tanto como yo.







Cuando yo era niño, mi padre tenía uno de los primeros teléfonos de nuestro vecindario. Recuerdo bien la vieja caja pulida clavada a la pared y el brillante auricular colgado en el lateral de la caja. Yo era demasiado pequeño para alcanzar el teléfono, pero solía escuchar con fascinación cuando mi madre hablaba por él.


Entonces descubrí que en alguna parte dentro de ese maravilloso dispositivo, vivía una extraña persona - su nombre era "Información Por Favor" y no había nada que ella no supiese. "Información Por Favor" podía proporcionarte el nombre de cualquiera y la hora exacta.


Mi primera experiencia personal con este "genio de la lámpara" llegó un día mientras mi madre visitaba a un vecino. Divirtiéndome con el banco de herramientas del sótano, me aplasté el dedo con un martillo. El dolor era terrible, pero allí no parecía haber ninguna razón para llorar porque en casa no había nadie que me pudiese consolar. Caminé de un lado a otro por la casa chupando mi dedo palpitante y finalmente llegué a la escalera.


¡El teléfono! Rápidamente corrí a por el taburete en el recibidor y lo arrastré hasta el rellano de la escalera. Subiéndome a él, descolgué el receptor y lo mantuve junto a mi oreja. "Información Por Favor", dije al micrófono justo sobre mi cabeza. Un clic o dos y una vocecita clara habló en mi oído."Información." "Me he lastimado el dedo. . ." gemí al teléfono. Las lágrimas llegaron sin demasiado esfuerzo ahora que tenía audiencia.


"¿No está tu madre en casa?" preguntó. "Nadie más que yo está en casa." sollocé. "¿Estás sangrando?" "No," repliqué. "Me he golpeado el dedo con el martillo y me duele." "¿Puedes abrir la nevera?" preguntó. Dije que podía. "Entonces corta un trocito de hielo y mantenlo junto a tu dedo," dijo la voz.


Después de aquello, llamaba a "Información Por Favor" para cualquier cosa. La llamé para que me ayudara con la geografía y me dijo donde estaba Filadelfia. Me ayudó con las matemáticas. Me dijo que mi ardilla, que había encontrado en el parque justo el día anterior, comería frutas y nueces.


Por aquel entonces, Peter, nuestro canario, murió. Llamé a "Información Por Favor" y le conté la triste historia. Ella escuchó y después dijo lo que usualmente los adultos dicen para consolar a un niño. Pero yo estaba desconsolado. Le pregunté, "¿Por qué los pájaros pueden cantar tan bellamente y llevar alegría a todas las familias, solo para acabar como un montón de plumas en el fondo de la jaula?" Ella debió sentir mi profunda inquietud, porque dijo sencillamente, "Paul, recuerda siempre que existen otros mundos donde también se puede cantar."


"De alguna forma me sentí mejor. Otro día estaba en el teléfono. "Información Por Favor". "Información," dijo la, ahora familiar, voz. "¿Cómo se deletrea excepto?" pregunté.
Y todo ello tuvo lugar en un pequeño pueblo en el Noroeste de la costa del Pacífico.


Cuando tenía 9 años me mudé a través del país a Boston. Eché mucho de menos a mi amiga. "Información Por Favor" pertenecía a aquella vieja caja de madera allá en casa, y de ningún modo pensé intentarlo con el increíble y brillante nuevo teléfono situado en la mesa en el recibidor. Cuando llegué a la adolescencia, las memorias de aquellas conversaciones infantiles, en realidad nunca me abandonaron. A menudo, en momentos de duda y confusión, podía apelar a una serena seguridad y la tenía. Apreciaba ahora cuan paciente, compresiva y amable era ella para haber gastado su tiempo en un niño pequeño.


Unos pocos años más tarde, en mi ruta hacia el oeste hacia la universidad, mi avión aterrizó en Seattle. Tenía algo así como media hora entre avión y avión. Pasé alrededor de 15 minutos al teléfono con mi hermana que entonces vivía allí. Entonces, sin pensar en lo que estaba haciendo, marqué la operadora de mi pueblo natal y dije, "Información Por Favor".


Milagrosamente, oí la menuda y clara voz que conocía tan bien, "Información."No lo había planeado, pero me oí a mí mismo diciendo, "¿Puede decirme cómo se deletrea excepto?" Hubo una larga pausa. Entonces vino la respuesta en voz baja, "supongo que tu dedo ya debe estar curado." Reí. "Así que realmente eres tú aún," dije.


"Me pregunto si tienes idea de cuánto significaste para mí en aquel tiempo."


"Si que lo sé. Me pregunto," dijo ella, "si sabes lo mucho que tus llamadas significaban para mí. Nunca he tenido hijos y solía esperar tus llamadas."


Le dije cuan a menudo había pensado en ella a lo largo de los años y le pregunté si podía llamarla de nuevo cuando volviera a visitar a mi hermana. "Por favor, hazlo," dijo. "Pregunta por Sally.


"Tres meses después estaba de vuelta en Seattle. Una voz diferente contestó, "Información." Pregunté por Sally. "¿Es usted un amigode ella?" dijo. "Sí, Paul, un muy antiguo amigo," respondí. "Siento tener que decirle esto," dijo. "Sally había estado trabajando a tiempo parcial los últimos años porque estaba enferma. Murió hace cinco semanas." Antes de que pudiera colgar dijo, "Espere un momento. ¿Dijo que su nombre era Paúl?" "Sí." "Bien, Sally dejó un mensaje para usted. Lo anotó por si usted llamaba. Déjeme leérselo."


El mensaje decia:

"Dile que aún creo que hay otros mundos donde la gente tambien puede cantar.
 Él lo comprenderá."




Le di las gracias y colgué. Comprendí lo que Sally quería decir...


Nunca subestimes la marca que dejas en los demás

miércoles, 4 de enero de 2012

El oro de los tontos

He aqui otra historia de oro y diamantes, espero les guste
Por: Reisen Kast




Se dice que hubo una vez un hombre muy intrépido que gustaba de recorrer el mundo en busca de aventuras y riquezas, y aunque casi siempre hallaba las primeras, las segundas le eran más bien escasas, con algunas muy pequeñas excepciones.


Un día el aventurero escucho que en el norte de América, se habían encontrado grandes depósitos de oro, y que cientos y cientos que llegaban como trabajadores, se iban como grandes magnates y millonarios, por lo que se decidió a ir y probar su suerte en la llamada fiebre del oro.


Llego al lugar en cuestión, y vio que casi todo estaba plagado por otros tantos que, como él, habían llegado con la esperanza de volverse ricos de la noche a la mañana, así que decidió caminar por los alrededores en busca de un lugar más tranquilo para trabajar.


Camino durante un buen rato hasta que llego a un cañada, y en el fondo vislumbro un brillo dorado que reflejaba los rayos del sol, salto las rocas y se apresuro a ver lo que había en el fondo, el fondo de la cañada estaba cubierta por agua pero su profundidad era mínima, un par de pies a lo mucho, pero la corriente de agua empujaba con cierta fuerza. Se acerco más y vio que en fondo había un enorme trozo dorado brillando, era más grande que el puño de un hombre adulto, y su brillo destellaba al compás de los movimientos del agua.


-¡Oro! - Exclamo, e inmediatamente se cubrió la boca esperando que su arranque de emoción hubiera pasado desapercibido.-


Trato de sacarlo del fondo de la cañada, pero estaba bien sujeto al fondo, y no contaba con las herramientas necesarias ya que jamás creyó, encontrar oro y menos de ese tamaño en su primer vistazo. Pensó en ir por sus herramientas y regresar, pero temió que mientras se ausentaba alguien más lo hallara, con la misma facilidad que el, y se lo llevara primero.


Fue entonces cuando recordó que tenia un diamante en su bolso. Era un diamante de considerable tamaño y su único recuerdo de una expedición en Egipto y llevaba años con el, hasta cierto punto le había ganado cierto afecto. Alguna vez había pensado en venderlo pero debido a su utilidad y en cierta forma al aprecio que le tenia, poco a poco había desechado esa idea.


Por la dureza de su composición, lo usaba para las más diversas tareas, a veces la hacia de cuchillo, otras de martillo y de los usos mas descabellados que se pudiera pensar para una piedra de ese valor, pero al ser prácticamente indestructible la joya permanecía sin la más mínima ralladura, en más de una ocasión había demostrado ser de gran utilidad, por lo que siempre lo llevaba consigo.


Sacó a su fiel acompañante y comenzó a desgastar con su borde los trozos de roca que prensaban al pedazo de oro, y poco a poco la roca fue cediendo, hasta que después de varios minutos, la roca termino por ceder y el gran trozo de metal dorado salió por completo, para su mala suerte, en ese momento, una inoportuna corriente lo golpeo arrastrando consigo al diamante y a su trozo de oro, apenas, se puso en pie se abalanzo sobre el la gran pepita, y aunque lo intento no pudo atrapar al diamante, corrió corriente abajo durante algunos minutos, pero fue en vano, el diamante no aparecía por ninguna parte.


Se sintió un poco triste de perder aquella joya, pero se reconforto con su nuevo hallazgo, con esa cantidad de oro, un hombre puede retirarse y dedicarse a una vida de ocio y contemplación, el sacrificio parecía haber valido la pena, se decía a sí mismo.


Regreso al pueblo, donde ya todos empezaban a dar por concluida su jornada, disponiéndose a descansar para intentar mejor suerte al día siguiente. Entró al taller de un joyero y sacando de su bolso el gran trozo dorado, pregunto:


-¿Cuánto ofrece por él?


El joyero lo examino cuidadosamente, y le respondió firmemente


_Dos dólares
-¿Esta usted loco?, ¡Por una pieza de oro de una decima parte de ésta se paga más de 100 veces ese precio!
_Así es, pero lo que usted tiene ahí no es oro amigo mío, es pirita, brilla como el oro, pero no lo es, le llaman el Oro de los tontos.


El hombre sintió que el mundo se le venia encima, había perdido su valiosísimo diamante por una insignificante piedra de hierro y azufre.


Deprimido por su impertinencia, se dispuso a beber para consolarse, hasta que su estado pasó de triste a verdaderamente lastimoso. En su embriaguez contó a todos en el lugar la historia de como había perdido un diamante por un trozo de falso oro.


Fueron pasando los días, y en ocasiones, podía verse por la cañada a aquel hombre buscando el diamante que perdió. La gente en el pueblo se refería a él, en cierto tono jovial como "Quien perdió un diamante, mientras estaba muy ocupado recolectando piedras".

martes, 3 de enero de 2012

De Oros y Diamantes

Aqui les dejo una pequeña historia que tenia pendiente, espero les guste

Por: Reisen Kast

Había una vez dos antiguos amigos, habían nacido y crecido en el mismo pueblo, pero por circunstancias ajenas a ellos, debieron separarse, así, ambos terminaron en lugares muy distintos, cada uno con sus respectivas costumbres y tradiciones.

Uno era un gran comerciante, traía telas y especias de todas partes del mundo, el otro era un ebanista cuyas manos trabajan de una forma maravillosa, las maderas mas finas de los lugares más recónditos del planeta.

Un día, en uno de sus viajes el comerciante llego a la lejana ciudad donde estaba su amigo, y quiso el destino que se encontrasen. Al reconocerse ambos charlaron y bebieron, contando sobre como habían sido sus vidas desde que se separaron.

El comerciante al ver la habilidad de su amigo le dijo lo siguiente:

-Querido amigo, pronto será el cumpleaños de la más pequeña de mis hijas y quisiera darle de regalo una hermosa  cama de madera como las que elaboras, te propongo lo siguiente: En este momento no traigo el suficiente oro para pagarte pero, si estas de acuerdo, te enviare el dinero tan pronto llegue a mi hogar.

El ebanista no queriendo desconfiar de su amigo aceptó. Así el comerciante se despidió y se llevo la fina cama de madera entre toda su mercancía, con la promesa de enviar el pago a su amigo en cuanto llegara a casa.

Pasaron casi 4 meses cuando finalmente un mensajero llego a casa del ebanista cargando una bolsa, el ebanista le recibió y el mensajero dijo:

-Se me ha enviado a entregarte esto, es la paga acordada por tu excelente trabajo.

Una vez dicho esto el mensajero se fue sin esperar la más mínima contestación.
El ebanista abrió la bolsa de cuero y cual fue su sorpresa...

-¡¿Cristal?!, ¿Dónde esta el oro?, ¡Me ha timado!

Tomo la bolsa  y enfurecido tomo su caballo más veloz, y decidió partir en busca del mensajero, así galopo en su caballo por  horas y horas hasta que se canso y paró en un pueblo cercano donde decidió beber algo para refrescarse y seguir su jornada.

Y fue ahí donde se encontró con uno de sus clientes, al verlo en tan mal estado decidió invitarlo a su casa, donde comieron y bebieron, después el ebanista comenzó a contarle sobre como había llegado hasta su poblado.  

-¡¿Cristales?! ¡¿Quien se cree que soy para burlarse de mí de esa forma?!
_¿Cristales has dicho?
-¡Si! ¡Insignificantes cristales!
_Déjame ver...

Y cuando abrió la bolsa se echo a reír a carcajadas...

-¡¿Tú también te burlas de mi desgracia?!
_No, pero si no hay ninguna desgracia para burlarse, no son cristales, son diamantes
-¿Diamantes?, No entiendo...
_Verás, son un unas piedrecitas muy valiosas, raras de ver por estas regiones, pero igual de valiosas, son joyas, y puedo apostarte que en esa bolsa hay por lo menos el mismo valor que el oro que acordaron como pago.

¿Cuantas veces nos hemos enfadado por creer que hemos sido timados por otra persona?, en especial por aquellos en quienes confiamos, cuando en realidad a veces se trata de simples malentendidos, pensamos que recibimos menos de lo que damos, pero en ocasiones, recibimos lo mismo o más, pero de otra manera, lo importante es siempre aclarar las cosas, y no saltar a conclusiones

domingo, 1 de enero de 2012

La Historia del Rey Midas

Después de mucho, mucho tiempo, finalmente encontre la que parece ser la verdadera versión del relato del Rey Midas, que aunque ya es por todos conocida (?), creo que es bueno retomarla para ponerla aquí, el mensaje, es un poco distinto al que creerían, espero les agrade, creo que es un cuento muy rico, y la moraleja no es única.







Se dice que existía un Sátiro llamado Sileno que siempre acompañaba al dios Dionisio, un día abrumado por la vejez y el vino, terminó por perderse y fue capturado por campesinos, quienes le ataron y lo llevaron ante el rey Midas, en busca de una recompensa por su presa, el Rey, quien ya le conocía, se alegró mucho al verlo, pues tenía así la ocasión de celebrar una alegre fiesta. EL rey libero a Sileno y le pidió que tuviera compasión de los campesinos, Sileno fue liberado y olvido la falta de los campesinos. Se cuenta que Sileno y el rey (que también tenía una gran experiencia con el vino) estuvieron diez días y diez noches de fiesta, tras los cuales el anciano fue devuelto a Dionisio, no sin antes, maravillado por la cortesía y la bondad del rey decide que le concedería un Don, pero que lo meditara con cuidado ya que aquello que él concedía no podía quitarlo.


EL Rey Midas meditó, y se dijo a sí mismo mi pueblo es tranquilo y lleno de gente buena y trabajadora, pero hace falta riqueza, si tan solo pudiera traer riqueza a mi pueblo....


Tras lo cual el rey pidió, convertir en oro todo lo que tocase, Sileno entonces decidió concederle su deseo.






Quebró la ramita de un árbol y la ramita se solidificó convertida en oro puro; levantó una piedra del suelo y ya tenía un pedazo compacto de oro en la mano; si tomaba una manzana del árbol, el fruto se convertía inmediatamente en oro, precioso y brillante.


El rey rebosaba de felicidad, se sentó satisfecho a la mesa lujosamente puesta y adornada.


Deseaba comer algo. La mesa casi se doblaba del peso que soportaba, tan cargada estaba de suculentos manjares y de los mejores vinos. Pero he aquí que cuando quiso probar uno de los manjares, éste se convirtió inmediatamente en oro macizo. El pan y la carne quedaron como petrificados en su boca, no eran ahora más que un metal incomestible, hermoso pero incomestible. Y cuando deseó beber un poco de aquel vino generoso, el oro fluyó garganta abajo. Sólo ahora reconoció cuán insensato había sido su deseo.



Completamente desesperado, rezó una oración dirigida al dios Dionisio, rogando lo liberase de aquella maldición. Y el dios se compadeció de él, diciéndole: "Dirígete a la montaña y busca la fuente del río llamado Páctalo. Sumerge tu desgraciada cabeza y lávala en las aguas de esa fuente".


El rey obedeció al instante esta orden divina; y apenas se hubo lavado su cabeza en las aguas de la fuente cuando la maldición lo abandonó. El agua del río adquirió entonces una coloración dorada, el rey era libre, parecía felicísimo y su locura lo había abandonado junto con su auto impuesta maldición. Desde entonces se dice que el Rio Páctalo tiene entre sus aguas numerosas pepitas de oro.