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domingo, 31 de julio de 2011

El leon y el ratón


El sol de la tarde caldeaba las flores, hasta que empezaron a balancearse soñolientas y e! follaje de los árboles proyectó un cambiante dibujo de sombras sobre el suelo del césped del bosque. Reinaba el silencio, y todos los animales estaban tendidos, durmiendo cómodamente la siesta: todos, salvo el ratoncito gris, que retozaba en la danzarina luz y en la sombra. Tan feliz se sentía en aquella dorada tarde estival.
Pero... ¡ay! Persiguió de manera tan alocada su propia cola, que chocó con el gran león, tendido perezosamente al pie de un árbol. El tonto ratón creyó que sólo había chocado con el tronco del árbol, y hasta que se topó con la nariz del león y sintió el aliento del gran animal, no comprendió lo que había hecho.
El rey de la selva se movió como si sintiera un cosquilleo en la nariz y, abriendo un ojo, vio al ratoncito gris. Inmediatamente, puso la pata sobre la larga cola del animalito. El ratón chilló, con terror:
—¡No, no, rey León! ¡Te suplico que tengas piedad de mí!
Tiró y forcejeó desesperadamente, tratando de liberar la cola del peso de la gran pata que la sujetaba. Pero no pudo zafarse y, cada vez que el león profería un rugido ensordecedor, como un trueno que viaja por los cielos, el ratoncito se estremecía de susto.
—No, no —decía, con voz trémula—. No, rey León ¡No! Ten piedad de mí.
¡Quita tu pata de mi cola y déjame ir!
Pero el león se limitaba a aturdido con otro rugido.
Entonces, apelando a todo su ingenio, el ratón le dijo, taimadamente:
—Sin duda, el gran rey de la selva no querrá mancharse las patas con la insignificante sangre de un ratoncito gris. ¡Suéltame, rey León!
Pero el león le asestó un golpe con la pata.
—¡Oh rey León! Si me sueltas, algún día te salvaré la vida.
Al gran animal lo divirtió tanto esta idea, que se echó a reír sonoramente y, alzando la pata, dejó huir al asustado ratón. 

Varias semanas después, el ratoncito, al corretear de nuevo entre los árboles del bosque, oyó un bramido de dolor que llegaba del otro lado de la arboleda. Siguió la dirección del ruido y vio a su amigo el león, firmemente atrapado en la trampa de un cazador. Ahora le tocaba al gran rey de los animales tirar y forcejear. Pero cuanto más intentaba liberarse de la red, tanto más se enredaba en ella.
El ratón advirtió en seguida lo que sucedía y empezó a roer las mallas de la red hasta que, a los pocos minutos, el rey de la selva quedó en libertad.
—Un favor merece otro —dijo con vivacidad el ratoncito, mientras escapaba para jugar persiguiendo las sombras de la tarde.

Nadie es tan poderoso como para no llegar a necesitar munca de otro

lunes, 25 de julio de 2011

La trampa del miedo



Esta es una lección que debí escribir hace mucho tiempo, de hecho es una de la lecciones que más se me han quedado grabadas.

¿Alguna vez has visto una de esas películas de terror barato donde la víctima corre del asesino, sin rumbo y justo cuando parece que al fin lo ha dejado atrás, termina chocando de bruces con él?

Bueno, es bastante parecido, es lo que Sofía me presentó como la trampa del miedo, y es increíble cuantas veces y en que formas llegamos a caer en ella

He aquí un ejemplo:

El tipo que le hizo un tatuaje a mi hermana, una vez le contó que tuvo una molestia en la muela, pero como tenía miedo de ir al dentista empezó a tomar ketorolaco ( un analgésico anti-inflamatorio) durante 15 días, tras los cuales lo tuvieron que llevar al hospital por insuficiencia renal debido al uso excesivo del medicamento. Irónicamente después de su tratamiento en el hospital, tuvo que acudir al dentista para que le arreglara la muela.

Así , aquello a lo que tanto temía es justamente lo que termina pasando, y aún más, ya que si por miedo al dolor (casi todos nuestros miedos es hacia algún tipo de dolor) no acudió al dentista en un principio, termino sufriendo ese mismo dolor y aún más, eso sin contar  las complicaciones que se derivaron de No hacer lo que debía hacerse en su momento

Así tenemos muchos, muchos ejemplos, por ejemplo:

Paul Ludwig Hans Anton von Beneckendorff und von Hindenburg fue el Presidente alemán que precedió a la Alemania Nazi. Por miedo a que Hitler arrastrara a Alemania a una guerra civil, accedió a concentrar todo el poder en la figura del Fuhrer, creyendo que evitaba un mal mayor, y... bueno todos conocemos lo que pasó, Hitler no arrastro a Alemania a una guerra civil, la hundió en una Guerra Mundial donde murieron entre 40 y 73 millones de personas, tras la cual Alemania quedo dividida por el muro de Berlin y obligada a pagar indemnizaciones por los daños causados.


Así hay muchos muchos ejemplos, como dije antes, es el mecanismo que el miedo usa, si dejas que el miedo gobierne tu vida, y controle tus acciones, no te sorprendas cuando tengas que enfrentar aquello que tanto temías.

Siempre puedes actuar de diferentes formas, pero cuando todas tus acciones se basan en el simple hecho de evitar que determinado acontecimiento pase, dejando de lado cualquier otro motivo o razón, ten por seguro que aquello que tanto temes, es justo lo que terminara pasando