Bienvenidos sean

Espero disfruten este blog.
Por favor si encuentran algún link caído avísenme para que lo actualice, pueden dejar un comentario en la entrada para que sea más fácil.

Muchas gracias por visitarnos y espero disfruten su estancia

;D

Estoy añadiendo la traducción al español de las entradas que faltan, comenzando por las más antiguas y actualizando los links caídos, si les interesa alguna en especial, pueden comentar en ésa entrada, también si encuentran algún error en la traducción, gracias

sábado, 21 de septiembre de 2013

Lo malo se hace bueno


Una vez un campesino chino, pobre y muy sabio, trabajaba la tierra duramente con su hijo.
 Un día el hijo le dijo: "Padre, ¡qué desgracia! Se nos ha ido el caballo."
 "¿Por qué le llamas desgracia? - respondió el padre, veremos lo que trae el tiempo..."

 A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.

 "¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho, nuestro caballo ha traído otro caballo."
 "¿Por qué le llamas suerte? - repuso el padre, veamos qué nos trae el tiempo."

 En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se enfurecio y lo arrojó al suelo. E muchacho se quebró una pierna.

 "Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho - ¡Me he quebrado la pierna!"
 Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
 "¿Por qué le llamas desgracia? Veamos lo que trae el tiempo!"

 El muchacho no se convencía de la filosofía del padre, sino que se quejaba en su cama.

Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
 El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.

 La moraleja de este antiguo consejo chino es que la vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno, y lo bueno, malo. 

Lo mejor es esperar siempre el día de mañana, pero sobre todo confiar en que todo sucede con un propósito positivo para nuestras vidas.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Kintsukuroi: La belleza de lo roto

A finales del siglo XV en Japón el Shogún Ashikaga Yoshimasa envió a China un cuenco de té que se había
roto para que lo reparasen. A su regreso, el cuenco había sido reparado usando unas poco estéticas grapas de metal.

Decepcionado por el resultado, buscó entre los artesanos japoneses una forma más estética de reparar la pieza.

Los artesanos japoneses, reconocidos por sus finas y bellas obras decidieron usar laca mezclada con polvo de oro para reparar el cuenco.


El resultado fue tan maravilloso que hubo quienes intencionalmente rompían valiosas piezas sólo para que las
repararan con la nueva técnica, a la cual denominaron Kintsukuroi, o Kintsugui, que quiere decir:
 "Reparar con oro" 

Hay quienes expresan que más allá de la belleza estética de la tecnica Kintsukuroi, existe le belleza de entender que la pieza es más hermosa por haber estado rota.

Es en las grietas de las rocas donde crecen las flores que nadie sembró, que nadie regó, y sin embargo rivalizan en belleza con muchas otras, y aún cuando como las otras flores se marchitan y mueren, aquellas que florecen en la adversidad rara vez desaparecen del todo.

El haberse roto no arruina la pieza, sólo el como decides repararla, o si en el peor de los casos, decides no repararla.



La Vasija Agrietada

Hola a todos, después de mucho tiempo me dispongo a escribir de nuevo en el blog, también hay varios links que actualizar, y entradas que mejorar, en especial la ortografía que no era tan buena cuando lo inicié.
El día de hoy les traigo dos historias sobre cosas "rotas" espero les guste, y estaré actualizando las entradas y escribiendo algunas nuevas.

Sus comentarios como siempre son bienvenidos, disfruten.



Un cargador de agua en la India tenía dos grandes vasijas que llevaba encima de sus hombros colgadas a los extremos de un palo.
 Una de las vasijas era perfecta y entregaba el agua completa al final del largo camino, mientras que la otra vasija tenía grietas por donde se iba derramando el agua a lo largo del camino.

Cuando llegaban, sólo podía entregar la mitad de su contenido.
Durante años se repitió día a día esta situación. La vasija perfecta se sentía orgullosa de sí misma, mientras que la vasija agrietada vivía avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable por no poder cumplir la misión para la que había sido creada.

 Un día, decidió exponerle su dolor y su vergüenza al aguador y le dijo:
 -Estoy muy avergonzada de mí misma y quiero pedirte disculpas.
 -¿Por qué? –le preguntó el aguador.
 -Tú sabes bien por qué. Debido a mis grietas, sólo puedes llevar la mitad del agua El aguador sonrió mansamente y le dijo a la vasija agrietada:
 -Cuando mañana vayamos una vez más al arrollo, quiero que observes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.

 Así lo hizo y, en efecto, vio que las orillas del camino estaban adornadas de bellísimas flores. Esta visión, sin embargo, no le borró la congoja que le crecía en su alma de vasija por no poder realizar su misión a plenitud. Al volver a la casa, le dijo el aguador:

 -¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre supe de tus grietas y quise aprovecharlas. Sembré flores por donde tú ibas a pasar y todos los días, sin tener que esforzarme para ello, tú las has ido regando.
 Si tú no fueras exactamente como eres, 
 con todos tus defectos 
 no hubiera sido posible crear esta belleza.