Bienvenidos sean

Espero disfruten este blog.
Por favor si encuentran algún link caído avísenme para que lo actualice, pueden dejar un comentario en la entrada para que sea más fácil.

Muchas gracias por visitarnos y espero disfruten su estancia

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Estoy añadiendo la traducción al español de las entradas que faltan, comenzando por las más antiguas y actualizando los links caídos, si les interesa alguna en especial, pueden comentar en ésa entrada, también si encuentran algún error en la traducción, gracias
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domingo, 17 de enero de 2016

La rana que no sabía que estaba hervida

Olivier Clerc escritor y filósofo francés escribió con un lenguaje sencillo y comprensible la fábula de “La rana que no sabía que estaba hervida” en la que muestra enseñanzas muy valiosas que pueden ser utilizadas en diversos contextos:



 Tenemos una cacerola llena de agua fría en la que una pequeña rana está nadando. 

Se enciende un pequeño fuego que va calentando el agua lentamente. 

 Poco a poco, el agua se va poniendo tibia. La rana encuentra la situación muy agradable y sigue nadando muy a gusto. 
 La temperatura del agua va subiendo, empieza a estar caliente, bastante caliente. 

La rana ya no goza como antes, se siente un poco cansada, pero no por eso se asusta. 

 La temperatura sigue subiendo, cada vez más, está muy caliente. 
La rana comienza a encontrar la situación desagradable, pero está tan débil que decide seguir aguantando sin hacer nada. 

 La temperatura continúa subiendo aún más, mucho más. Hasta que llega un momento en que la rana termina… cocinándose y muriendo. 

 Lo curioso es que si tenemos la misma cacerola con agua caliente y tratamos de meter a la rana esta saltará, inmediatamente notará el cambio y el malestar la hará saltar al instante.

 No fue que la rana no tuviera la capacidad de saltar, es más bien que no supo cuando hacerlo y para cuando quiso ya era demasiado tarde. 

 En muchas situaciones lo mejor es definir desde el principio que temperatura soportamos, que esta bien y que esta mal y saber perfectamente que cuando pasen ciertas situaciones hay que saltar sin titubear, el no tener claros esto o no hacer caso a lo que ya definimos como inaceptable (signos de alarma) hacen que al igual que la rana, terminemos hervidos.

viernes, 20 de septiembre de 2013

La Vasija Agrietada

Hola a todos, después de mucho tiempo me dispongo a escribir de nuevo en el blog, también hay varios links que actualizar, y entradas que mejorar, en especial la ortografía que no era tan buena cuando lo inicié.
El día de hoy les traigo dos historias sobre cosas "rotas" espero les guste, y estaré actualizando las entradas y escribiendo algunas nuevas.

Sus comentarios como siempre son bienvenidos, disfruten.



Un cargador de agua en la India tenía dos grandes vasijas que llevaba encima de sus hombros colgadas a los extremos de un palo.
 Una de las vasijas era perfecta y entregaba el agua completa al final del largo camino, mientras que la otra vasija tenía grietas por donde se iba derramando el agua a lo largo del camino.

Cuando llegaban, sólo podía entregar la mitad de su contenido.
Durante años se repitió día a día esta situación. La vasija perfecta se sentía orgullosa de sí misma, mientras que la vasija agrietada vivía avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable por no poder cumplir la misión para la que había sido creada.

 Un día, decidió exponerle su dolor y su vergüenza al aguador y le dijo:
 -Estoy muy avergonzada de mí misma y quiero pedirte disculpas.
 -¿Por qué? –le preguntó el aguador.
 -Tú sabes bien por qué. Debido a mis grietas, sólo puedes llevar la mitad del agua El aguador sonrió mansamente y le dijo a la vasija agrietada:
 -Cuando mañana vayamos una vez más al arrollo, quiero que observes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.

 Así lo hizo y, en efecto, vio que las orillas del camino estaban adornadas de bellísimas flores. Esta visión, sin embargo, no le borró la congoja que le crecía en su alma de vasija por no poder realizar su misión a plenitud. Al volver a la casa, le dijo el aguador:

 -¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre supe de tus grietas y quise aprovecharlas. Sembré flores por donde tú ibas a pasar y todos los días, sin tener que esforzarme para ello, tú las has ido regando.
 Si tú no fueras exactamente como eres, 
 con todos tus defectos 
 no hubiera sido posible crear esta belleza.