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viernes, 12 de octubre de 2012

¿Para qué sirven las leyes? ó Una Leccion Practica de Derecho

No sé a ciencia cierta quien es el autor de esta anécdota, espero les agrade.


“Una mañana cuando nuestro nuevo profesor de “Introducción al Derecho” entró en el salón de clase, lo primero que hizo fue preguntarle el nombre a uno de los alumnos que se encontraba sentado en la primera fila:
-“¿Cómo te llamas?”, 
el alumno le respondió:
- “Me llamo Juan, señor”.
 Y sin más el profesor en tono descortés y violento le dijo:
-“Vete de mi clase y no quiero verte nunca más!”.
 Por supuesto que nuestro compañero Juan estaba desconcertado. Al reaccionar, se levantó lentamente, recogió sus cosas y salió del salón de clase. Todos los alumnos estábamos asustados y acobardados e indignados, pero nadie se atrevía a decir nada.”
“—Está bien. ¡Ahora sí! ¿Para que sirven las leyes?,
 preguntaba el profesor y nosotros seguíamos asustados y acobardados, pero, poco a poco, comenzaron a responder los alumnos y decían:
- “Para que haya un orden en nuestra sociedad”.
- ¡No!,
 contestaba el profesor con insolencia y a gritos. Otro más dijo:
- “Para cumplirlas”…
- ¡NO!.
- “Para que la gente mala pague por sus actos”…
-¡No!...
-“Para que haya justicia”,
 señalaba tímidamente una chica. El profesor declaraba:
-“¡Por fin! Eso es… para que haya justicia
. Y continuó preguntando:
- “Y ahora ¿para qué sirve la justicia?”.
Los alumnos estaban molestos por la actitud grosera y prepotente del maestro, sin embargo seguían respondiendo:
-“Para salvaguardar los derechos humanos”.
 Bien, dijo el profesor. ¿Qué más?
Otro alumno señalaba:
 ”Para discriminar lo que está bien de lo que está mal”…
el profesor se alentaba y decía que siguieran con el análisis…
”Para premiar a quien hace el bien”,
 señalaba otro alumno. Ante esa respuesta el profesor dijo:
 “Está bien, no está mal la respuesta… pero, respondan a esta pregunta ¿Actué correctamente al expulsar de la clase a Juan?”…
“Todos nos quedamos callados ante la pregunta, no sabíamos qué contestar, así que ante el silencio, el profesor dijo:
 “-Quiero un respuesta decidida y unánime”…
Todos respondimos:
“¡NO!
“--¿Podría decirse que cometí una injusticia?”
“¡Sí”,
 gritamos todos… y el maestro dijo:
“¡Por qué nadie hizo nada al respecto? ¿Para qué queremos leyes y reglas si no disponemos de la VALENTÍA de actuar cuando presenciamos una injusticia? ¡No vuelvan a quedarse callados nunca más!”
 y dijo a uno:
“Vete a buscar a Juan”

“Aquel día, todos, recibimos la lección más practica de una clase de derecho”.
 Cuando no defendemos nuestros derechos perdemos la dignidad y la dignidad no se negocia.

 Jose Loira Loira