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domingo, 9 de noviembre de 2014

El ajedrez del Amor

Les dejo esta pequeña historia que me encantó, en línea con grandes preceptos del Ajedrez, como aquella frase que dice que "los peones son el alma del Ajedrez", o que por lo general se pasa del medio juego al final cuando se eliminan las damas del tablero, para bien o para mal. Espero les guste


 Un hombre curioseaba en una tienda de antigüedades un día, cuando vio una caja vieja y polvorosa que llamó fuertemente su atención.

 Tomó la caja y con un soplido quito el polvo que la cubría y pudo ver que era una caja de ajedrez con piezas talladas en marfil, el juego era muy antiguo, pero lo que más le intrigo fue que la caja decía "Ajedrez del amor". Emocionado este hombre llevó la caja al dependiente de la tienda, y este le explico que ese juego había pertenecido a un príncipe que siempre ganaba el juego pero que el día que perdió lo había dejado abandonado.

 El hombre sintió una extraña sensación cuando pensó en el dueño del ajedrez, siguiendo el instinto natural del ser humano y para no quedarse con la duda decidió comprarlo.

 Al llegar a su casa el hombre saco de la bolsa su reciente adquisición, y tomo las piezas sacándolas de la caja a su vez, las acomodó en el tablero pero una vez que estuvieron bien colocadas, no pudo moverlas, parecía como si se negaran a abandonar la casilla que ocupaban, el hombre intentó retirar las piezas del tablero, pero estas seguían sin inmutarse ante la fuerza externa que amenazaba con moverlas.

 Preocupado e incrédulo el hombre regresó a la tienda de antigüedades a informarle al encargado el problema que tenía con el ajedrez; El dependiente sonrió para sí con serenidad y después explicó a su cliente:
- Mire, para poder jugar ese ajedrez es necesario que busque a alguien a quién amar, sólo así podrá hacer que sus piezas se muevan. El juego consiste en vencer todos los obstáculos para que puedan vivir con un intenso amor. Los problemas que se encuentran representados por las piezas de su oponente, se moverán después de que sus piezas hagan un movimiento.

 - Bien, pero entonces como se moverán mis piezas? preguntó el hombre.

- Ah, es muy sencillo. -contestó el encargado- Lo que hagas por esa persona que amas representa el movimiento de cada una de tus piezas, tú sabes bien que el movimiento de un peón en el ajedrez tradicional es simple y parece inocuo pero no es así, ni en ese ni en este juego:

 Un movimiento de un peón tuyo, representa la acción mas sencilla que puedes hacer por la persona amada, puede ser una palabra, un te quiero, una mirada, una sonrisa o un detalle, esas cosas tan sencillas a las pueden significar la victoria o la derrota del juego.
que muchas veces no se les da importancia, pero que en otras

Mientras que el movimiento de un peón contrario simbolizan, los pequeños detalles que ponen en riesgo la relación, como el querer estar al lado de esa persona todo el tiempo y restarle movilidad, los pequeños rencores y malentendidos, entre muchas otras.

   Un caballo tuyo es el medio por el cual demuestras tu cariño. Aquí entran las acciones presentes y las decisiones.


El movimiento de un alfil tuyo, es la manera en la que expresas tu sentir, mientras que los caballos y alfiles enemigos, son las formas negativas en que manifestamos nuestro sentir, que pueden fracasar al amor, como: la distancia, la desconfianza y los celos.

 El dependiente hizo una pausa en la que el silencio reinó, y el hombre meditaba de lo que había escuchado
-continuó diciendo... - Tus torres, son la defensa del cariño, el muro que protege al amor y que hace sólida la relación, y así como pueden ser fuertes y enrocar al rey, también son frágiles pues son ni más ni menos tu disposición por conservar al amor. Las torres enemigas son los obstáculos
más grandes que debes franquear para lograr el gran amor, como: las diferencias sociales, políticas, culturales, individuales o económicas.

 Tu reina, es la cualidad y el motivo por la cual amamos a esa persona, la más grande razón para luchar por el amor. Un viejo decía " Te amo, porque quiero amarte". Y ese es el elemento capaz de vencer todos los obstáculos, con tal de conservar al amor, es decir la voluntad. 

La reina contraria, es el más grande peligro que acecha al amor, el temor más grande, puede ser el tiempo, la rutina, la monotonía, o hasta otra persona.

 Tu rey, es la parte más vulnerable de tu amor, pues hasta el más pequeño detalle, es suficiente para derrumbar el amor que pueda existir.

 Si pierdes piezas, tu amor enfermará y estarás más propenso a perder, pero si por el contrario, capturas piezas, tu amor se fortalece y te acercas a la victoria, sin olvidar un sólo momento que el más mínimo descuido, o una brillante jugada puede cambiar completamente el rumbo del juego, por eso necesitas estar muy atento en todo momento.

 Aunque indudablemente un jaque en contra es la amenza del fin del amor, y uno a favor es el triunfo sobre la adversidad. Así, haciendo jaque mate a favor, estarás listo entonces, para iniciar otra partida, dentro de la elección que has tomado por amor.

 Como verás -remató el dependiente al hombre-  el juego del amor es muy muy parecido al ajedrez, porque siempre debes saber, que piezas mover, que piezas poner en riesgo y sobre todo, que piezas debes por sobre todas las cosas defender.

domingo, 27 de octubre de 2013

Sir Galahad y el Rey Arturo (Deepak Chopra)

El más puro de los caballeros que sirvió a Arturo fue Galahad, a pesar de tener en común con el rey el hecho de haber sido concebido fuera del matrimonio.

 Aunque el hecho de que Galahad fuese hijo natural de Lancelot, no conllevaba estigma alguno, cuando llegó el día en que debía convertirse en paladín de una dama de la corte, el rey Arturo se opuso y manifestó su descontento.

 - “No permitiré que seas el paladín de ninguna dama noble”, declaró Arturo.
 Galahad se ruborizó y tartamudeó:

- “Pero mi señor, todo caballero debe servir a una dama para demostrarle la pureza de su amor”. 

 “¿Qué sabes tú del amor?”

 Preguntó Arturo de una manera tan incisiva que Galahad se ruborizó todavía más intensamente.

 “Si estás tan ansioso de luchar por una dama, te presentaré a tres para que escojas”

. El rey mandó llamar inmediatamente a Margaret, una vieja lavandera de cabello cano y con verrugas en la nariz.
 “¿Le servirás a ella por amor, gentil caballero?, -le preguntó Arturo. 

La confusión de Galahad fue enorme.

“No comprendo mi señor” murmuró. 

 Arturo lo miró fijamente e hizo salir a la mujer.

 “Traigan a otra”, ordenó. 

Esta vez trajeron a una niña recién nacida.

 “Si Margaret te pareció demasiado vieja y fea, entonces ¿Qué piensas de esta dama? Es de noble cuna y no puedes negar su hermosura”. 

Aunque no había duda de que la niña era muy hermosa, la confusión de Galahad, iba en aumento. Sacudió la cabeza.

 “Este amor del que hablas es un amo difícil de complacer” dijo Arturo.

 Mandó llamar a una tercera dama, y esta vez entró Arabela, una preciosa niña de doce años. Galahad la miró y trato de reprimir la ira.

“Mi señor, es apenas una jovencita y mi media hermana”, dijo.

 “Pediste una dama a la cual servir” dijo Arturo, “y he sido lo bastante generoso como para presentarte a tres. Ahora debes decidir”.

 Galahad, estaba aturdido.
 “¿Por qué te burlas de mí, de ese modo?”, preguntó.

 Arturo hizo un gesto con la mano, y en pocos minutos, salió todo el mundo del gran salón y ellos dos quedaron solos. 

“No me burlo de ti”, le dijo. “Trato de mostrarte algo que aprendí de mi maestro Merlín”. 
 Galahad alzó los ojos y vio que el ceño de Arturo se había suavizado.

 “Mis caballeros dicen servir a sus damas por amor”, prosiguió el rey, “y, a pesar de sus votos de amar castamente, la mayoría de las veces sienten pasión por aquellas a quienes sirven, ¿no es verdad?, 

Galahad asintió. 

“Y cuanto más grande es su pasión por las damas, mayor es su celo de servirles, ¿verdad?, preguntó Arturo.

 El joven caballero asintió de nuevo. 

“Merlín me enseñó otra forma de amar”, dijo Arturo. 

“Piensa en la anciana, en la niña recién nacida y en la jovencita que es tu hermana. 
Todas ellas son manifestaciones de lo femenino, y en la medida en que esas formas cambian, lo que llamas amor, cambia con ellas.
  Cuando dices que estás enamorado, lo que realmente estás diciendo es que has satisfecho una imagen que llevas dentro.
 “Así es como comienza el apego, con la inclinación por una imagen. Podrías afirmar que amas a una mujer, pero si ella llegara a traicionarte con otro hombre, tu amor se trocaría en odio. 
¿Por qué? 
Porque tu imagen interior ha sido mancillada y, puesto que ésa era la imagen que amabas, el hecho de que haya sido traicionada, te provoca ira”.


 -“¿Qué puedo hacer al respecto?”, preguntó Galahad. 

“Mira más allá de tus emociones, las cuales cambiarán constantemente y pregúntate que hay detrás de la imagen. Las imágenes son fantasías que existen para protegernos de algo que no deseamos enfrentar. En este caso se trata del vacío. A falta de amor por ti mismo, creas una imagen para tapar el vacío. De allí, el intenso dolor que causa un rechazo o una traición en el amor, porque deja expuesta la herida abierta de tu propia necesidad”.

 “El amor, es considerado como algo muy hermoso y elevado”, se lamentó Galahad,
 “no obstante, tú lo haces sonar como algo horrible”.

Arturo sonrió. “Lo que SUELE considerarse amor, puede tener consecuencias terribles, pero ese no es el final de la historia. El amor tiene un secreto. Merlín me lo contó hace muchos años, como yo te lo confío ahora: 

Cuando puedas amar a una anciana, a una niña y a una jovencita de la misma manera, serás libre para amar más allá de la forma.

 Entonces se desatará dentro de ti la esencia del amor, que es una fuerza universal.

 Y dejarás de sentir apego -el llamado silencioso, al cual obedece el amor”. 

sábado, 21 de abril de 2012

El Pescador de Hojas



Eduardo, un buen padre de familia, era pescador en la costa del mar Adriático, pero no alcanzaba a alimentar a sus cinco hijos. 
Una vez pasaron diez jornadas sin que obtuviera un solo pescado. Los vecinos lo lamentaban, pues era trabajador y conocedor de su oficio. En una ocasión el rey Julián, alto y de negro cabello rizado, pasó cerca de la casa del pescador y escuchó que los pequeños se quejaban de hambre. Preguntó qué ocurría y, al conocer los méritos y situación de Eduardo, pensó ayudarlo.


 —Te espero dentro de 3 días cuando atrapes algo con tu red, tráelo al palacio para que lo coloquemos en el platillo de mi balanza. En el otro platillo pondré el mismo peso en monedas de oro para ti —le informó.


 Feliz por la promesa, Eduardo se hizo al mar por tres largos días. Remaba, lanzaba la red y la traía de vuelta al barco. Pero siempre estaba vacía. Desilusionado, tomó la ruta de regreso. 


 Ya en el puerto, echó la red por última vez. Al retirarla encontró una hoja de roble muy dañada por el agua del mar. Su amigo Antonio pasaba por allí. —Llévasela al rey —le recomendó. —Después de todo, fue lo único que pesqué… —respondió Eduardo y se dirigió al palacio. 


Al verlo, el rey comenzó a reír. —Amigo, esa hoja tan liviana no hará que la balanza se mueva ni un poco. Pero hagamos la prueba —le dijo. El pescador puso la hoja sobre el platillo. Para sorpresa de todos, éste bajó como si estuviera cargado de plomo. El tesorero comenzó a poner monedas en el otro platillo. Tuvo que colocar sesenta para equilibrarlos. Eduardo se fue con ellas a comprar todo lo necesario para su familia.


El rey conservó la hoja y convocó a los sabios, que la examinaron por días. Nunca dieron con la explicación de su misterio. Ni siquiera Eduardo alcanzó a saber qué había pasado. 


 El secreto de la hoja dormía en su infancia. El pescador tenía tres o cuatro años de edad cuando un labrador vecino arrancó un pequeño roble que había surgido en los límites de su propiedad. El pequeño Eduardo lo recogió y lo plantó en un sitio que nadie cultivaba. El ahora enorme árbol había aprovechado la oportunidad para agradecer a quien le había salvado la vida.


 —Leyenda albanesa.

domingo, 1 de enero de 2012

La Historia del Rey Midas

Después de mucho, mucho tiempo, finalmente encontre la que parece ser la verdadera versión del relato del Rey Midas, que aunque ya es por todos conocida (?), creo que es bueno retomarla para ponerla aquí, el mensaje, es un poco distinto al que creerían, espero les agrade, creo que es un cuento muy rico, y la moraleja no es única.







Se dice que existía un Sátiro llamado Sileno que siempre acompañaba al dios Dionisio, un día abrumado por la vejez y el vino, terminó por perderse y fue capturado por campesinos, quienes le ataron y lo llevaron ante el rey Midas, en busca de una recompensa por su presa, el Rey, quien ya le conocía, se alegró mucho al verlo, pues tenía así la ocasión de celebrar una alegre fiesta. EL rey libero a Sileno y le pidió que tuviera compasión de los campesinos, Sileno fue liberado y olvido la falta de los campesinos. Se cuenta que Sileno y el rey (que también tenía una gran experiencia con el vino) estuvieron diez días y diez noches de fiesta, tras los cuales el anciano fue devuelto a Dionisio, no sin antes, maravillado por la cortesía y la bondad del rey decide que le concedería un Don, pero que lo meditara con cuidado ya que aquello que él concedía no podía quitarlo.


EL Rey Midas meditó, y se dijo a sí mismo mi pueblo es tranquilo y lleno de gente buena y trabajadora, pero hace falta riqueza, si tan solo pudiera traer riqueza a mi pueblo....


Tras lo cual el rey pidió, convertir en oro todo lo que tocase, Sileno entonces decidió concederle su deseo.






Quebró la ramita de un árbol y la ramita se solidificó convertida en oro puro; levantó una piedra del suelo y ya tenía un pedazo compacto de oro en la mano; si tomaba una manzana del árbol, el fruto se convertía inmediatamente en oro, precioso y brillante.


El rey rebosaba de felicidad, se sentó satisfecho a la mesa lujosamente puesta y adornada.


Deseaba comer algo. La mesa casi se doblaba del peso que soportaba, tan cargada estaba de suculentos manjares y de los mejores vinos. Pero he aquí que cuando quiso probar uno de los manjares, éste se convirtió inmediatamente en oro macizo. El pan y la carne quedaron como petrificados en su boca, no eran ahora más que un metal incomestible, hermoso pero incomestible. Y cuando deseó beber un poco de aquel vino generoso, el oro fluyó garganta abajo. Sólo ahora reconoció cuán insensato había sido su deseo.



Completamente desesperado, rezó una oración dirigida al dios Dionisio, rogando lo liberase de aquella maldición. Y el dios se compadeció de él, diciéndole: "Dirígete a la montaña y busca la fuente del río llamado Páctalo. Sumerge tu desgraciada cabeza y lávala en las aguas de esa fuente".


El rey obedeció al instante esta orden divina; y apenas se hubo lavado su cabeza en las aguas de la fuente cuando la maldición lo abandonó. El agua del río adquirió entonces una coloración dorada, el rey era libre, parecía felicísimo y su locura lo había abandonado junto con su auto impuesta maldición. Desde entonces se dice que el Rio Páctalo tiene entre sus aguas numerosas pepitas de oro.

viernes, 2 de diciembre de 2011

99 monedas de oro


Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando alegres canciones de juglares. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre. Un día el rey lo mandó a llamar. Paje -le dijo- ¿Cuál es el secreto?
¿Qué secreto, Majestad?
-¿Cuál es el secreto de tu alegría? 
-¡No hay ningún secreto, Alteza!. 
-No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto. 
-¿Por qué estás siempre alegre y feliz? 
-¿Por qué? Majestad, no tengo razones para estar triste. Amo a Dios sobre todo, su Alteza me honra permitiéndome atenderlo, tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz? 
-Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar, dijo el rey-. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado!!!! 
-Pero, Majestad, no hay otro secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando...
-Vete, ¡Vete antes de que llame al verdugo!

El sirviente sonrió un poco asustado, hizo una reverencia y salió de la habitación. El rey estaba como loco. No consiguió explicarse cómo el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó a uno sus asesores y le contó su conversación de la mañana. 
-¿Por qué él es feliz? 
-Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo..
-¿Fuera del círculo? 
-Así es. 
-¿Y eso es lo que lo hace feliz? 
-No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
-A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz.
-Así es.
-¿Y cómo salió?
-Nunca entró
-¿Qué circulo es ese?
-El círculo del 99.
-Verdaderamente, no te entiendo nada.
-La única manera para que entendiera, sería mostrárle con hechos.
-¿Cómo?
-Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
-Eso, obliguémoslo a entrar.
-No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
-Entonces habrá que engañarlo.
-No hace falta, Su Majestad.
-Si le damos la oportunidad, él entrará solito, solito. Son pocos los hombres tan grandes que sean capaces de resistir.
-¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
-No, al contrario. Pensará que es su fortuna.
-Y después, cuando se sienta infeliz, ¿no podrá salir?
-Si podría, pero muy pocos hombres son capaces de lograrlo. Les llamamos "santos".
-Que esperas, hagamos la prueba.
-Majestad, ¿Está dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo?
-Sí
-Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. ¡99!
-¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso? Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.
-Hasta la noche.

Así fue. Esa noche, el asesor pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: “Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie cómo lo encontraste.”Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse. Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de unas matas lo que sucedía. El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados de la puerta, y se arrimaron a la ventana para ver la escena.

El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado sólo la vela. Se había sentado y había vaciado el contenido de la bolsa sobre la mesa. Sus ojos no podían creer lo que veían, ¡Era una montaña de monedas de oro! Él, que nunca había tocado una de estas monedas, tenía hoy una montaña de ellas para él. El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar la luz de la vela sobre ellas. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60 hasta que formó la última pila: 9 monedas !!!Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa.“No puede ser”, pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja.¡Me robaron -gritó- me robaron, malditos!!Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro “sólo 99”. “99 monedas. Es mucho dinero”, pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo, pensaba- Cien es un número completo pero noventa y nueve, no.

El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el que se asomaban los dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguno de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien?.Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario. “Doce años es mucho tiempo”, pensó. Quizás pudiera decirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, él terminaba su tarea en palacio a las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello. Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. ¡¡¡Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender.... vender.... Vender.... estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno?¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien. El rey y el sabio, volvieron al palacio. El paje había entrado en el círculo del 99... Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche. Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando y amargado.¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo. Nada me pasa, nada me pasa.

Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo. Hago mi trabajo, ¿No? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también? No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un paje del círculo del 99.

sábado, 14 de mayo de 2011

La Rebelión en el Reino



Hubo una vez un vasto reino, gobernado por un gran rey. Un día, un mensajero irrumpió a toda prisa en la corte donde el Rey se encontraba con sus consejeros y principales oficiales, el mensajero dijo con un hilo de voz:
-Majestad, he venido desde la provincia en el extremo oriente del reino, los aldeanos se han rebelado, y ahora desconocen su autoridad.

El Rey medito un momento, a su alrededor todos miraban atónitos, era conocido por todos la importancia estrategica y económica de aquella provincia para el reino.

Su Consejero principal se acerco y murmuro al Rey: 

-Alteza, si dejamos que esa provincia se rebele, no pasara mucho tiempo antes de que otras le sigan, ¡Debemos aplastar esta rebelión ahora!

Todos permanecían en silencio en espera de la reacción del Rey, el monarca suspiro profundamente y asintiendo con un gesto dijo:

-¡Preparen a todo el ejercito, partiremos ahora mismo a acabar con esta rebelión!

Así se preparo todo el ejercito, desde la infantería hasta la pesada caballería y los carros tirados por las bestias, el Rey también iba con ellos, al igual que los oficiales y los consejeros. Estaban a punto de llegar cunado el Rey se detuvo y le dijo a su ejercito:

-Para cuando caiga la tarde, no quedara ninguno de mis enemigos en pie!

Poco tiempo después llegaron y el Rey ordeno a Ejercito permanecer listos, bajo de su caballo y se aproximo al frente de los rebeldes. Los consejeros y oficiales murmuraban entre ellos:
-¡¿Acaso ha perdido la razón?!¡¡ lo mataran!!!

Así el Rey al llegar al frente enemigo comenzó a interrogarles por sus inconformidades y sus carencias, al mismo tiempo que enviaba a elementos del ejercito a repartir entre los pobladores las provisiones de la campaña, mientras que les planteo los problemas que había escuchado a sus oficiales y consejeros y les ordeno buscar y encontrar soluciones.

Al caer la tarde los pobladores satisfechos con las acciones del Rey, regresaron pacíficamente a su aldea, reconociendo nuevamente al Rey como su soberano y reverenciandole.

El Consejero principal se acerco al Rey  y le dijo:
-Majestad, creo que ha sido débil, dijo que aplastaría la rebelión y que no dejaría en pie a ni uno solo de sus enemigos y en vez de eso los ha alimentado y resuelto sus carencias

El Rey que era muy sabio le respondió:
-Y lo he cumplido, la rebelión ya no existe y ¿Acaso ves a alguno de mis enemigos en pie? y sin necesidad derramar una sola gota de Sangre.

La verdadera Grandeza no esta en el poder que se tiene, si no en como se usa

lunes, 21 de junio de 2010

¿Te merece?

Encontré esta historia con 2 nombres diferentes, el que he puesto y 99 días, disfrútenla


Cuentan que había una vez un rey muy apuesto que estaba buscando esposa.

 Por su palacio pasaron todas las mujeres más hermosas del reino y de otros más lejanos; muchas le ofrecían además de su belleza y encantos muchas riquezas, pero ninguna lo satisfacía tanto como para convertirse en su reina.

Cierto día llegó una mendiga al palacio de este rey y con mucha lucha consiguió una audiencia. "No tengo nada material que ofrecerte; solo puedo darte el gran amor que siento por tí" le dijo al rey " puedo hacer algo para demostrarte ese amor".



Esto despertó la curiosidad del rey, quien le pidió que le dijera que sería eso que podía hacer." Pasaré 100 días en tu balcón, sin comer ni beber nada, expuesta a la lluvia, al sereno, al sol y al frío de la noche. Si puedo soportar estos 100 días, entonces me convertirás en tu esposa".



El rey, sorprendido más que conmovido, aceptó el reto. Le dijo "acepto. Si una mujer puede hacer todo esto por mí, es digna de ser mi esposa". Dicho esto, la mujer empezó su sacrificio. Empezaron a pasar los días y la mujer valientemente soportaba las peores tempestades... muchas veces sentía que desfallecía del hambre y el frío, pero la alentaba imaginarse finalmente al lado de su gran amor. De vez en cuando el rey asomaba la cara desde la comodidad de su habitación para verla y le hacía señas de aliento con el pulgar.



Así fue pasando el tiempo... 20 días...50... la gente del reino estaba feliz, pues pensaban "por fin tendremos una reina!!"... 90 días... y el rey continuaba asomando su cabeza de vez el cuando para ver los progresos de la mujer. "esta mujer es increíble" pensaba para si mismo y volvía a darle alientos con señas.




Al fin llegó el día 99 y todo el pueblo empezó a reunirse en las afueras del palacio para ver el momento en que aquélla mendiga se convertiría en esposa del rey. Fueron contando las horas... a las 12 de la noche de ese día tendrían reina!! ... la pobre mujer estaba muy desmejorada; había enflaquecido mucho y contraído enfermedades.

Entonces sucedió. A las 11:00 de la noche de aquél día 99, faltando a penas una hora para que llegara el día 100, la valiente mujer se rindió... y decidió retirarse de aquel palacio. Dio una triste mirada al sorprendido rey y sin decir ni media palabra se marchó. La gente estaba conmocionada!! Nadie podía entender por qué aquella valiente mujer se había rendido faltando tan solo 1 hora para ver sus sueños convertirse en realidad!! Había soportado tanto!!


Al llegar a su casa, su padre se había enterado ya de lo ocurrido. Le preguntó: "por qué te rendiste a tan solo instantes de ser la reina?" y ante su asombro ella respondió: "Estuve 99 días y 23 horas en su balcón,


soportando todo tipo de calamidades y no fue capaz de liberarme de ese sacrificio. Me veía padecer y sólo me alentaba a continuar, sin mostrar siquiera un poco de piedad ante mi sufrimiento. Esperé todo este tiempo un atisbo de bondad y consideración que nunca llegaron.



Entonces entendí: una persona tan egoísta, desconsiderada y ciega, que solo piensa en sí misma, no merece mi amor.

Cuando ames a alguien y sientas que para mantener a esa persona a tu lado tienes que sufrir, sacrificar tu esencia y hasta rogar... aunque te duela, retírate. Y no tanto porque las cosas se tornen difíciles, sino porque quien no te haga sentir valorad@, quien no sea capaz de dar lo mismo que tú, quien no pueda establecer el mismo compromiso, la misma entrega... simplemente NO TE MERECE