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lunes, 14 de diciembre de 2009

La historia del salmon




¿Han visto alguna vez a los salmones saltando río arriba?
Realizan un viaje contra corriente increíble, que todavía no es demasiado comprendido por los científicos.

El Salmón nace en el río y permanece en agua dulce mientras es pequeño. Cuando llega su juventud, baja hasta el mar, donde vive y llega a su madurez.
Cuando se acerca la época de la reproducción, emprende el camino de vuelta, volviendo exactamente al lugar donde nació.

Es un viaje muy duro. Centenares de kilómetros, llenos de dificultades, de rápidos y cascadas. Tiene que liberarse de las plantas acuáticas que lo tratan de retener ¡Y si solo fuera eso! Lo peor es que el salmón se encuentra en el río a muchos peces, compañeros, que se dejan arrastrar por la corriente y que le dicen:
Ven con nosotros. En el mar se está muy bien. ¿Qué quieres hacer allá arriba?
Y otros le gritan: ¡No subas mas arriba: hay peces que te atacan! Y así es. Mirando hacia delante, el salmón puede ver como hay salmones heridos por las mordeduras de otros depredadores acuáticos.

Entonces comienza a dudar y piensa: No puedo más. Me quedaré a descansar un rato allá, donde parece que el agua se remansa. Ya continuaré cuando haya recuperado las fuerzas.

Pero, al mismo tiempo, escucha una voz interior que le empuja: Salmón, ¡No te dejes llevar por lo comodidad, cumple tu designio! ¡continúa tu viaje con los compañeros que luchan a tu lado! O sigues río arriba o la corriente te arrastrara hacia abajo.
No hay otra alternativa: ¡O río arriba o hacia el mar!

Parece que los salmones no comen nada, una vez que han comenzado su ascensión río arriba. Solo el instinto les da fuerzas para luchar contra corriente. No todos llegan a la meta: muchos mueren exhaustos durante su titánico viaje.
Pero al llegar al lugar de su nacimiento, las hembras ponen los huevos y los machos los fertilizan. Ya pueden, agotados, morir: ellos si que han sido fecundos.

Nadar en contra corriente en la vida puede ser difícil, pero es el precio de la verdadera fecundidad cuando cumples con tu designio. ¿Qué experiencias de tu vida avalan esta afirmación? ¿Qué voces desde el exterior te están tentando ahora para que no luches? ¿Cuándo y cómo has escuchado la voz de tu interior que te invitaba a seguir adelante?

Solo somos auténticamente fecundos si somos capaces de oírnos a nosotros mismos, como el salmón. ¿A qué tendrías que escuchar ahora mismo para conseguir ese tipo de fecundidad?

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